Una historia de 62 años inesperadamente llegó a su fin.
“El
Séptimo Cielo”, una privilegiada zona en la que artistas de la palabra y
la descripción del juego de pelota accionaban en los apasionados tres
meses de la justa de béisbol profesional, fue destruido por uno de los
clásicos elementos que
antiguamente se consideraban las partes
constituyentes de toda la materia: el fuego.
El
reloj cruzaba las 6:30 de la tarde cuando comenzó a salir humo de uno
de los orificios del acondicionador de aire en el salón de conferencia
del Palco de Prensa, donde el viernes de la semana pasada se realizó el
sorteo de jugadores nativos de equipos eliminados.
Presentes
entre otros, Rafael Díaz, John Castillo y Renaldo Bodden, quienes
realizaban el programa “Prensa y Deporte”, el último no pudo rescatar su
laptop por el humo que ya lastimaba los sentidos. También allí, Michel
Tueni, José Antonio Mena, César Rosario, Marcos Sánchez, así como los
empleados Marcelis Camilo, José Luis García y otros más, una cifra que
por suerte de no llegaba a 15 personas.
Todos
salieron hacia la escalera, en su huida jamás imaginaron que sería la
última vez que descenderían esas escalinatas por lo menos durante este
torneo.
Las
unidades de bomberos llegaron a tiempo, hubo agua suficiente, pero en
momentos que el fuego era controlable no encontraron la manera
de ubicarse en un área en la que el líquido alcanzara las llamas que se
expandían y lo que parecía una sencillez se convirtió en un desastre.
Entonces,
el fuego se fue expandiendo más, más y más hasta que consumió el lugar
donde Rafael Rubí, Mario Álvarez Dugan, Billy Berroa, Félix Acosta
Núñez, Lilín Díaz, Max Reynoso, Freddy Mondesí y Tomás Troncoso. Así
como, Fidencio Garris, Alvaro Arvelo hijo, Max Álvarez, Johnny Naranjo,
Rafael Cuello Batista, Roosevelt Comarazamy, Juan Nova Ramírez, Álex
Vargas, Luis Rafael Mejía, Daniel Díaz Alejo y Mickey Mena impartieron
cátedras en la narración, los comentarios, la locución comercial, los
análisis y las crónicas de los juegos.
La
generación intermedia y los nuevos valores de la narración y los
comentarios, apesadumbrados, vieron impotentes la desaparición de un
lugar emblemático del deporte dominicano, sitio de miles de historias,
testigo de hazañas escritas con letras de oro durante más de medio
siglo. El Palco cedió en el momento de su mayor esplendor, con las
mejores facilidades para el trabajo, higiene, climatización y acceso a
todos los sectores de la crónica desde el más bisoño hasta el más
veterano.
Construído
en la época del “perínclito” de San Cristóbal, el llamado Séptimo Cielo
fue un lugar de peregrinación para jóvenes periodistas ansiosos por
conocer el lugar desde donde sus ídolos llevaban las incidencias de los
partidos de pelota en los que accionaban los grandes del béisbol.
Para
nosotros, “dueños” de la esquina derecha del Palco de Prensa, un lugar
en el que nos pasábamos alrededor de cinco horas en cada fecha de juego
entre octubre y enero, jamás será igual; las discusiones y análisis que
por años hemos compartido con Vicente Mejía, Marino Pepén, Satosky
Terrero, Yancen Pujols, Félix Disla Gómez, Leo López, Rafael Flores,
Dimaggio Abreu, César Daniel Medina Núñez, Félix García Estrella y el
jefe del “ala izquierda” del palco a quien sus pares llaman el gurú,
Renaldo Bodden.
En
enero tendremos un nuevo campeón que habrá conquistado el título en el
año que el Palco de Prensa se quemó. Para quienes escribían, narraban y
comentaban allá arriba, la noticia de este campeonato ocurrió anoche y
quizás si hubiésemos estado lejos y eso hubiera sucedido hoy,
pensaríamos que se trataba de una inocentada.
Lo peor es que fuimos testigos y ninguno podíamos hacer nada para impedirlo.
Con lágrimas, despedimos al querido Palco de Prensa. Construirán otro, pero nunca será igual.
Tomado Prensa Tigres del Licey
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