NUEVA YORK - El pitcheo que Mariano Rivera cataloga como "un regalo de Dios" apareció inexplicablemente una tarde de junio en 1997, mientras el relevista hacía tiros suaves con un compañero de equipo frente al dugout de los Yankees. Cada tiro rompía con movimiento impresionante. Lo que sería reconocida como la recta cortada más letal en la historia de Grandes Ligas acababa de nacer.
Con esa ofrenda mágica, Rivera rompió un sinfín de bates, celebró campeonatos y eventualmente terminó como líder de rescates de todos los tiempos. El martes, Rivera fue reconocido por su ilustre carrera al ser elegido de manera unánime al Salón de la Fama.
Rivera, quien será exaltado al pabellón de Cooperstown el 21 de julio junto con Roy Halladay, Edgar Martínez y su ex compañero de equipo Mike Mussina, se convirtió en el primer jugador en la historia en aparecer en todas las boletas emitidas por los votantes activos de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica (BBWAA, por sus siglas en inglés).
Considerado el mejor relevista de todos los tiempos por muchos, Rivera pasó toda su carrera con los Yankees de 1995 hasta el 2013, tramo en el cual sumó 652 salvamentos - un récord de Grandes Ligas - a la vez que terminó 952 juegos. Su promedio de carrera limpias de 2.21 y WHIP de 1.000 son las mejores cifras de la era moderna entre lanzadores que califican.
Rivera, quien fue convocado a 13 Juegos de Estrellas, brilló en los momentos más apremiantes. Se retiró con 42 rescates y efectividad de 0.70 en la postemporada y ganó cinco anillos de Serie Mundial.
"No hay nadie", dijo el ex capataz de los Yankees Joe Torre, "que vaya a hacer lo que él hizo desde el bullpen".
Rivera, hijo de un pescador, se crio en el pueblo de Puerto Caimito. Firmó con los Yankees como agente libre amateur por US$3,000 en 1990 e hizo su debut profesional ese año como lanzador abridor. Llegó a Grandes Ligas en 1995 y fue ahí que encontró su destino en el bullpen.
"No importa qué tan alto llegó, siempre mantuvo los pies en la tierra y supo manejarse con profesionalismo y clase", elogió el gerente general Brian Cashman.
"Mo siempre fue un ejemplo, alguien a quien podías señalar y decir, 'Así es como debería ser un Yankee'". Como preparador de mesa del cerrador John Wetteland, Rivera tuvo una dominante temporada en 1996 que marcó el inicio de una dinastía, ya que los Yankees ganaron cuatro de las siguientes cinco Series Mundiales. Rivera se hizo cargo de la novena entrada en 1997, el mismo año en que le tiró su recta cortada por primera vez a su compañero de equipo y compatriota, el también relevista Ramiro Mendoza, con quien soltaba el brazo en ese momento.
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