Con Eric Sogard, el bateador de los Rays, rumbo al plato, el campocorto de los Indios, el puertorriqueño Francisco Lindor, se acercó hasta el montículo para darle un sentido abrazo a Carrasco que hizo que los presentes volvieran a levantarse a aplaudir.
“Me dijo, ‘Bienvenido, Cookie’”, reveló Carrasco. “‘Aquí estás con nosotros. Estamos contigo, así que sólo ve y lanza’”.
A partir de allí, fue una vuelta a la normalidad. Carrasco rápidamente dominó a Sogard con un rodado. Luego retiró a Austin Meadows con un rodado a sus manos. Con una recta que osciló entre 93 y 95 mph, era evidente que si Carrasco estaba nervioso lo estaba escondiendo muy bien.
Lució tranquilo incluso cuando Tommy Pham le pegó un doble a la izquierda y Travis d’Arnaud siguió con un imparable remolcador, recuperándose al sacar a Joey Wendle con otro batazo por el suelo para poner fin a la faena.
Una vez más, fue vitoreado mientras salía del terreno, y Lindor lo abrazó enfáticamente por segunda ocasión. Cuando bajó al dugout, lo recibió Kipnis, su amigo, que mantuvo contacto casi a diario con el pitcher durante su lucha contra la enfermedad. Tras el partido, al infielder le costó poner en palabras lo que sintió.
“Me pegó cuando lo vi (a Carrasco) ahí en el terreno, porque uno piensa que quizás no ibas a tener esa oportunidad otra vez”, dijo Kipnis. “Verlo allá afuera nos hizo sentir a todos bien orgullosos”.
“No puedo saber por lo que pasó. No me lo puedo imaginar. Sé que no fue fácil. Hablé con él casi a diario. Y sin duda alguna que me fascina verlo aquí otra vez. Muy feliz por él. No pensé que me iba a emocionar tanto, pero así fue”.
Fuente: Las Mayores.
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