“Nosotros creemos”, dice una pancarta sostenida por varios fanáticos que se mueven de un lado a otro en cada juego que las Estrellas Orientales celebran en el Tetelo Vargas.
A pesar de una justificada duda abonada por muchos años de frustraciones, “El Macorís del Mar”, que siempre ha olido a caña y a béisbol, ahora también despide un cierto aroma a campeón.
Los fanáticos, con un contagiante entusiasmo, han reciprocado el buen desempeño del club con las mejores asistencias del torneo en su parque.
Tras cada victoria, el Malecón y otras vías principales de esta ciudad sirven de escenarios de ruidosos desfile de sus seguidores, quienes celebran con su habitual manera de arrastrar ramas de caña y otros árboles.
Por esa mala práctica se teme que si finalmente las Estrellas logran el campeonato en esta ciudad no quedará un árbol de pie.
“Los muchachos están dando el máximo de esfuerzo.
Yo creo que con la ayuda de Dios podemos lograrlo”, expresa el presidente de las Estrellas, José Manuel Mallén.
“Estamos haciendo el trabajo, tenemos un equipo competitivo”,recalca Mallén, quien era un jovencito que estudiaba Ciencias Económicas en Alemania cuando los Paquidermos conquistaron la segunda corona de su historia en 1968 bajo las riendas del manager cubano Tony Pacheco.
Las Estrellas --ahoras dirigidas por Dean Treanor, un cultor del llamado juego chiquito-- ganaron la serie regular con excelente foja de 32-18. Los Elefantes han continuado con su paso arrollador en el Todos Contra Todos y comparten la primera posición con los Gigantes del Cibao (3-1).
Buenas prácticas
El trabajo realizado varios años en los Sorteos de Novatos, transaciones con nativos y buenas contrataciones de extranjeros han llevado al equipo a otro nivel.
El trabajo realizado varios años en los Sorteos de Novatos, transaciones con nativos y buenas contrataciones de extranjeros han llevado al equipo a otro nivel.
Raúl González, sub gerente del club, resalta que los relevistas Wirfin Obispo y Marcos Mateo, quienes han conformado un binomio endiablado para las dos entradas finales, fueron escogidos en los “drafts” de 2007 y 2008, respectivamente.
El talentoso jardinero Junior Lake fue su segunda selección en el sorteo de 2009 y el antesalista Luis Jiménez la primera de 2010. Otros dos jugadores que también forman parte del núcleo son los versátiles Elián Herrera y Gustavo Núñez .
Elián llegó en 2013 a San Pedro en el cambió que aterrizó en Santiago a Zoilo Almonte y Núñez fue adquirido un año antes a un costo muy bajo, pues sólo tuvieron que devolver al Escogido a la selección número 12 en el Sorteo de Novatos.
A esto se agregan contrataciones como las del lanzador izquierdo Evan MacLane, quien ya es un estrellista más y conoce el circuito y a la mayoría de sus protagonistas.
Un ingrediente adicional citado por González es la química que hay en un colectivo donde la mayoría de sus integrantes prefiere viajar junto en el autobús para ir compartiendo en el camino.
“La química es el primer punto a resaltar. El proyecto que comenzamos en el 2010 en el primer año de la gerencia de Eddy Toledo está dando sus frutos”, argumenta.
Sobre la necesidad de mantener “la química”, el compañerismo y de continuar jugando con soltura y sin presión, les aconsejó Robinson Canó, quien en las últimas semanas ha estado apoyándolo con su presencia en el dugout en la casi totalidad de los partidos que celebran en el Tetelo Vargas.
“Jueguen su juego, mantengan la química en el mismo nivel que ha estado, ayúdense uno al otro que cuando hay camaradería los resultados vienen solos”, les dijo el sábado 26 durante un mitin que hizo con el grupo antes del primer partido que el equipo sostendría contra los Toros del Este e el inicio de la semifinal.
Jugando sin presión
“El equipo está bueno y estamos jugando sin presión”, asegura Marcos Mateo, el Jugador Más Valioso del torneo, un agente libre que ha puesto como condición a la organización que le firme no impedirle que siga lanzando en el mismo.
“El equipo está bueno y estamos jugando sin presión”, asegura Marcos Mateo, el Jugador Más Valioso del torneo, un agente libre que ha puesto como condición a la organización que le firme no impedirle que siga lanzando en el mismo.
Junior Mateo resalta que en los 21 años que tiene laborando con el representativo de la Sultana del Este, primero como recoge bolas y en los últimos siete como encargado del club house, no había visto la armonía que ahora hay en el camerino y en el campo de juego.
“Creo que si Dios nos ayuda y pasamos a las finales podemos ganar ese campeonato que San Pedro se merece”, considera “La Foca”, como es moteado por todos.
“Estamos positivos, verde positivo, como decía el difunto Tano (Martino)”, refiere el aficionado Miguel Santana citando una de las tantas frases acuñadas por el extinto comentarista del equipo en parte de las décadas del 80 y 90.
“En el pueblo se respira un buen ambiente. No nos conformamos con que ganamos la serie serie regular y estamos en el Round Robin”, enfatiza. “El pueblo desea un campeonato, está apoyando el equipo y los muchados están entregao´”.
“Ya llegó el tiempo de las Estrellas, ahora es”, sentencia Ramón Castro, quien está en su primer año como mascota y siente que es la bendición del conjunto.
Jorge Santana, un vendedor de “huevo burguer” que está en el parqueo del estadio, entiende que de lo que se trata es de de ahora o nunca.
“Si este no es el año verde, no será ninguno. Es ahora o nunca”, señala consciente de las veces en que el equipo ha estado cerca y el título se la ido como agua entre los dedos.
Santo Ojel, un juguero que se apostó al lado del puesto de Santana porque sabe que “el que come bebe”, dijo que nunca en su vida ha ingerido alcohol, pero que que si lo Paquidermos ganan él también romperá la racha.
“Yo nunca me he bebido una cerveza. Estoy esperando un campeonato de las Estrellas para sentarme en mi casa, tranquilo, a tirarme dos o tres frías”, promete.
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