SANTO DOMINGO. “Desde que
estaba en mi barriga ya jugaba béisbol”, dice en broma Anny Maribel
Encarnación, madre de Jean Segura, infielder de los Marineros de
Seattle.
Y es que con cuatro meses de gestación, ella jugaba sóftbol en San Juan
de la Maguana. Sus familiares le insistían que no lo hiciera, por el
bien del embarazo.
En el 2004 tuvo que salir a trabajar ya que en su pueblo no había
fuente de trabajo, y la situación económica en el hogar se complicó.
Fue “motoconchista” durante tres años para sostener a sus tres hijos.
Desde
temprano vio aptitudes para el béisbol en su hijo mayor Jean, pero a
los 12 años él se inclinó por el baloncesto.
Su madre afirma que eso lo
ayudó mucho.
“Antes de la firma me dijo: mami a mí no me importa
el dinero, yo sólo quiero estar ahí. Quiero ser Grandes Ligas a los 21
años”.
El dinero de la firma en el 2007 se lo entregó a Anny, que
arregló la casa y compró enseres que hacían falta. Una parte la puso en
el banco.
“Él decía que iba a echar la casa para adelante y que yo no
iba a llorar más por la comida. Pasamos mucho trabajo antes y después de
la firma”, expresa entre lágrimas.
En el 2008, en las Ligas
Menores con los Angelinos de Anaheim, Segura sufrió una fractura en la
pierna.
Su madre no pudo ir a los Estados Unidos y describe que su hijo
duró nueves meses “a pan y agua”, porque no tenía dinero.
Ella le
mandaba de lo que tenía ahorrado.
“La gente decía que no iba a volver. Todavía recuerdo ese momento con tristeza”.
“Me
dijo: mami yo no voy a ser pelotero. Y le decía: tú no eres Dios, él no
te ha dicho que no vas jugar”. Se preparó aquí y lo llamaron otra vez.
El
sueño de llegar a Grandes Ligas había tomado color de nuevo.
Se enteró
que jugaría en las Mayores: y la llamó mientras estaba en el aeropuerto
acompañando a su hermana que se iba de viaje a la una de la mañana.
“Me
dijo: mami siéntate, me subieron a las Grandes Ligas, yo tiré un grito y
mis palabras fueron: gracias Señor, mis lágrimas eran incontenibles”.
Tomado de DiarioLibre.Com
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