Triste, cabizbajo, Starlin Castro no tuvo más remedio que aceptar la negociación que lo llevó desde la franquicia más poderosa del béisbol, a un equipo que iniciará una reconstrucción, que desde ya se presume permanecerá un buen tiempo para volver a ser competidor.
“Lamentablemente este es un negocio el cual no puedo controlar, me sentía muy bien en los Yankees, los fanáticos me acogieron como uno de los suyos, pero lamentablemente llegó el tiempo de marcharme”, expresó el jugador de solo 27 años y a quien solo le bastó menos de dos campañas para sentirse un gran miembro de los Yankees.
Desde un conjunto que apenas estuvo a una victoria para avanzar a la Serie Mundial y que en el 2018 va con esos bríos para esta vez llegar a la misma, ahora pasa a una franquicia que se ha desprendido de parte de su mejor talento en Dee Gordon, Giancarlo Stanton y el dominicano Marcell Ozuna.
“Nada iré a los Marlins a realizar el trabajo que siempre he hecho, esto es un negocio y debo brindar lo mejor de mí en el lugar donde me encuentre”, señaló Castro, quien fruto de los constantes movimientos de los Marlins se convertirá en uno de los principales rostros de este conjunto para la venidera campaña.
“Claro que si me tocara elegir mi destino este sería Nueva York, estaba ya cómodo con los Yankees, pero es algo que no puedo controlar, nada voy a un conjunto donde espero seguir realizando un gran desempeño”, señaló el bateador de .300 (443-133) este año con los Mulos.
Agrega, que esta será una nueva etapa en su carrera, un nuevo equipo, “Nada iré a los Marlins a realizar el mismo trabajo que he hecho en mis anteriores conjuntos, me prepararé con el mismo rigor que lo he hecho siempre”, agregó el nativo de esta ciudad.
En Nueva York ya se sentía bien cómodo, los miembros del equipo tenían su grupo de comunicación, hizo una brillante combinación de doble matanzas con Didi Gregorius y de esta misma forma fue su amistad.
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