Contra unos Warriors sin Kevin Durant ni Klay Thompson, uno de los mejores anotadores y uno de los mejores tiradores de todos los tiempos, los Toronto Raptors necesitaron una gran actuación colectiva para convencer a Stephen Curry de que era imposible ganar.
El dos veces MVP se vació en una noche obligada (47 puntos, 8 rebotes, 7 asistencias), pero ni eso bastó para derrotar a unos Raptors decididos a aprovechar una oportunidad de oro. Ganaron el tercer asalto de las Finales de la NBA (109-123) y están a dos partidos del primer anillo de su historia.
Los Warriors esperaron a los minutos previos al partido para anunciar al fin que Thompson no se vestiría de corto. Aunque la lesión había sido lo bastante seria para dejarle fuera del final del segundo duelo, con la soga al cuello, Golden State jugó con la duda hasta última hora. Pero la victoria en Toronto quitaba urgencia y ni él ni Durant forzaron. Si alguien tenía presión serían los Raptors, que quedaban 'obligados' a ganar contra un rival sin tres de sus seis mejores jugadores.
Decía Mike D'Antoni que en playoffs un entrenador suele usar como mucho nueve jugadores y en el mejor de los casos sólo va a confiar en ocho de ellos. Nick Nurse, técnico de Toronto, redujo su rotación a tan sólo siete hombres, pero todos respondieron: seis superaron los 10 puntos y el único que se quedó por debajo, Serge Ibaka, sentenció el último cuarto con un buen puñado de acciones defensivas. Detrás de Kawhi Leonard marcharon todos.

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