Marcelino Leonardo, miembro SUD y jugador de béisbol, recuerda el primer versículo que memorizó. ¿Y por qué no lo haría? Como un niño de 8 años, con pocos recursos, en las calles calientes por el sol de República Dominicana, era el tipo de niño que adoraba a la Primaria casi tanto como el jugar béisbol.
Fue durante esos primeros días en la iglesia que le presentaron a 1 Nefi 3:7.
“Y sucedió que yo, Nefi, dije a mi padre: Iré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que él nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles una vía para que cumplan lo que les ha mandado.”
Más de una década más tarde, aquel versículo sigue siendo su favorito; pero para el joven Marcelino, quien actualmente sirve como un misionero de tiempo completo para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la Misión de Baltimore en Maryland, no es sólo un versículo que se pueda recitar, es una forma de vida y una promesa celestial que lo guía día a día y de una decisión a otra.
Incluso las que se tratan de dinero.
Cuando era un adolescente en República Dominicana, el enérgico Leonardo desarrolló una pasión y un raro don para el béisbol. Cuando sus amigos se iban a casa después de entrenar debido al brillo intenso del sol o el empezar de la lluvia, Leonardo seguía practicando.
A medida que el reconocimiento crecía alrededor de sus formidables talentos, la visión de Leonardo sobre la obra misional cambió. Una vez que se comprometió a servir una misión sin importar lo que sucediera, el joven atleta se dio cuenta de que podía ser un misionero en cualquier circunstancia.
“Vi que puedes ser misionero y que no necesitas una placa.” expresó Leonardo durante una entrevista reciente. “En verdad, ¿qué es un misionero? Es compartir lo que sabes. Es compartir tu testimonio de la Restauración. Es compartir con todos que Cristo es tu Salvador.”
Leonardo agregó que, en el momento en que compartimos nuestra fe con un amigo, un familiar o un extraño, inmediatamente nos convertimos en misioneros. “No se necesita ninguna placa misional porque son dos cosas diferentes. Podemos ser misioneros y podemos servir en una misión. No son iguales.”
Mientras dudaba sobre si debía o no servir en una misión a tiempo completo, él comenzó a cultivar hábitos diarios como la ferviente oración y el estudio diligente de las Escrituras. Él no se dio cuenta en ese momento, pero aquella decisión ya se tenía respuesta.
En julio de 2016, con la ayuda de Brett Freeman, de Utah, Leonardo se mudó a Provo. Llevó consigo el sueño de jugar para la Universidad Brigham Young, sus sentimientos sobre la obra misional y todo lo que poseía.
Con algunos centavos en el bolsillo, se inscribió a un programa de inglés para aprender el idioma y, con el tiempo, aprobar el infame Examen de Inglés como Lengua Extranjera (TOEFL). Él tendría que cumplir con los requisitos de la universidad para inscribirse, obtener una beca y jugar béisbol.
Cuando no estaba estudiando, estaba entrenando, haciendo amigos y estirando cada dólar como goma de mascar. Él compartió su fe y se mantuvo fiel al Evangelio.
Un día, un querido amigo y gurú del béisbol en Salt Lake City, Ernso Pierre, le pidió a Leonardo que se subiera a un tren y se reuniera con él en el centro. Pierre conocía a un cazatalentos que quería conocer a la joven estrella.
Después de una pequeña charla, el cazatalentos deslizó una gruesa pila de papeles sobre la mesa y le ofreció la oportunidad de cobrar 700,000 dólares como sueldo.
La respuesta más fácil hubiera sido: “¡Sí! ¿Tienes un bolígrafo?”
En cambio, otra respuesta se encendió dentro de él. Su decisión no vino como un destello o momento espiritual especifico, llegó con el tiempo, línea tras línea, precepto tras precepto.
Momentos después, Pierre se volvió hacia él y le hizo la pregunta que cambiaría la historia de Leonardo para siempre. “Marcelino, ¿quieres jugar béisbol o quieres ir a una misión?”
A una velocidad increíble, Leonardo dio la respuesta que tanto esperó tomar: “Primero está la misión, luego la universidad, luego el béisbol.”
Tan rápido como había respondido, el cazatalentos tomó el contrato de regreso a su lado de la mesa y con él, más dinero de lo que Leonardo había imaginado.
Ni el cazatalentos ni su amigo estaban decepcionados, ambos hombres expresaron su apoyo y elogiaron su deseo de servir al Señor y de obtener una educación. “Sabía que tenía que ir” dijo Leonardo. “El Señor cumple Sus promesas cuando lo ponemos a Él en primer lugar. ¡Sabía que me estaba llamando! Yo me preguntaba, ¿cuántos de Sus hijos podrían ser bendecidos si fuera a una misión? Sobre todo yo.”
A sólo unos meses después, Leonardo recibió su llamamiento para servir en Baltimore.
“Al igual que mi versículo favorito, el saber lo que tengo que hacer ahí llena mi corazón de alegría, energía y emoción.” Expresó Marcelino Leonardo.
Si una carrera de béisbol profesional no es lo que el Señor tiene en mente a su regreso, Leonardo no se arrepentirá.
Cuando terminó nuestra entrevista, su compañero, Justin Barlow de San José, California, ofreció el siguiente testimonio: “El Elder Leonardo es un misionero fantástico. Él es exactamente obediente y muy caritativo y ama la obra más que nada. Para él es la obra misional y béisbol, siempre en ese orden.”
Para cualquiera que elija entre ser misionero y servir en una misión, Leonardo sugiere que lean y confíe en el versículo 1 Nefi 3:7, ese conocido versículo continúa guiando su vida.
“La elección que tomé fue adecuada para mí, pero cada historia es diferente. No se trata de dinero o béisbol, se trata de que cada uno de nosotros sirva al Señor. Podría haber seguido siendo misionero y compartiendo mi fe sin una placa, pero sabía lo que el Señor quería para mí y sabía que Dios lo haría posible.”
Yendo, haciendo y confiando en el Señor para preparar su camino hacia el éxito.
Funcionó para Nefi.
Funcionó para Marcelino Leonardo.
Quizás también funcionará para cada uno de nosotros.
Este artículo fue escrito originalmente por Jason F. Wright, y fue publicado por ldsliving.com bajo el título: “Baseball Phenom from Dominican Republic Passes on $700K to Serve Mission”
Fuente Externa
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